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🌹EL SECRETO DEL VEDA
30 de octubre de 1961 (La Agenda de Madre)

(Extracto del fragmento de "Sri Aurobindo y la transformación del Mundo"que leímos a Madre. Ese manuscrito, que jamás fue publicado, fue el primer ensayo de "La Aventura de la Consciencia)

Hemos escogido, al parecer, desde Adán, comer del fruto del árbol del Conocimiento, pero una vez que emprendimos este camino, no caben ya medias tintas ni arrepentimientos, ya que si nos postramos con el rostro en el polvo, bajo los efectos de una falsa humanidad, pronto los titanes o los djinns que están entre nosotros sabrán muy bien coger el Poder que nosotros no hemos asumido, cosa que por otra parte están haciendo ya, y aplastarán al dios que habita en nosotros.
Se trata de saber si queremos o no abandonar esta Tierra en manos de la Sombra, para evadirnos una vez más a nuestros diversos paraísos, o si queremos tomar el Poder -y encontrarlo primero-, para rehacer esta Tierra conforme a una imagen más divina y, según la palabra de los Rishis, "que la Tierra y el Cielo sean iguales y uno solo".
Hay un Secreto, es evidente. Todas las tradiciones dan testimonio de ello, ya se trate de los Rishis o de los Magos de Irán, los sacerdotes de Caldea, de Menfis o de Yucatán...
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Cuando leyó por primera vez los Vedas en la traducción de los sanscritistas de Occidente o en los pandits indios, Sri Aurobindo solo vio en ellos un documento de cierto interés para la historia de la India, pero que parecía de poco valor o de poca importancia para la historia del pensamiento o para una experiencia espiritual. Entretanto, Sri Aurobindo había tenido una serie de experiencias interiores particulares inexplicables para la psicología europea, para las escuelas de yoga y para las enseñanzas del Vedanta, pero que los mantras védicos iluminaban con una luz exacta. Debido pues al hecho de haber tenido esas experiencias tan "particulares", Sri Aurobindo fue llevado a descubrir, desde el interior, el sentido verdadero del Veda (sobre todo del más antiguo de los cuatro  Vedas, el Rig-Veda, que estudio especialmente). El Veda no hacía sino confirmar lo que él había recibido directamente. ¿Acaso no decían los mismos Rishis?: "Palabras secretas, sabiduría de vidente, que revelan su sentido interior solo al vidente? (Rig-Veda IV.3.16)

No es pues sorprendente que los exégetas vieran en ellos tan solo una colección de ritos propiciatorios
centrados alrededor del fuego sacrificial, y oscuras invocaciones a divinidades de la Naturaleza: las aguas, el fuego, la aurora, la luna, el sol, etc..., con el fin de obtener la lluvia y buenas cosechas para las tribus, progenitura masculina, bendiciones para sus viajes, o protección contra los ladrones del sol -como si aquellos pastores fueran unos bárbaros aún, temerosos de que un buen día su sol no saldría más, robado por las buenas. Solo algunos himnos "más modernos" dejaban filtrar aquí y allá, como por descuido, algunos  pasajes luminosos capaces de justificar, con cierto rigor, el respeto que los Upanishads, aparecidos al comienzo de la época  histórica, concedían al Veda.
Para la tradición india, los Upanishads se habían  convertido en el verdadero Veda, el "Libro del Conocimiento", mientras que el Veda producto de una humanidad balbuceante, quedaba como un "Libro de las obras" al que todo el mundo hacía referencia ciertamente como la Autoridad venerable, pero al que ya nadie escuchaba. Uno podía preguntarse con Sri Aurobindo por qué los Upanishads, de los que el mundo entero testificaba su profundidad, se consideraban nacidos del Veda, si en éste solo hubiera habido un tejido de ritos primitivos: o cómo es posible que la humanidad pasara repentinamente  de esos supuestos balbuceos, a la riqueza intensa de la época  de los Upanishads; o cómo en Occidente, se pudo pasar de los pastores de la Arcadia a la  sabiduría  de los pensadores griegos. No podemos pensar que no hubo nada entre el salvaje primitivo y Platón o los Upanishads.
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No en vano el fuego, Agni, estaba en el centro de los Misterios védicos: Agni, la llama interior, el alma en nosotros (y quién no sabe que el alma es fuego),  la aspiración innata que empuja al hombre hacia las alturas: Agni, la voluntad ardiente de aquello que ve en nosotros, desde siempre, y que recuerda: Agni, "el sacerdote de sacrificio", "el obrero divino", "el mediador entre la tierra y el cielo"(Rig-Veda III.3.2),
"está aquí, en el centro de la morada".(I.70.2) "Los Padres que tienen la visión divina lo han puesto dentro, como un niño que va a nacer". (IX.83.3) Es el niño escondido en la caverna secreta". (V.2.1)
"Es como la vida y como el aliento de nuestra existencia, es como nuestro niño eterno". (I.66.1).
"Oh hijo del Cuerpo (III.4.2) oh Fuego, hijo del Cielo por el cuerpo de la Tierra". (III.25.1)
"Inmortal en los mortales (IV.2.1) viejo y gastado, se hace joven una y otra vez". (II.4.5) "Cuando nace, se convierte en la voz de la divinidad; cuando ha sido modelado en la madre como la vida, que germina en la madre, se convierte su movimiento en el galopar del viento". (III.29.11) "Oh Fuego cuando eres bien llevado por nosotros, te conviertes en el supremo crecimiento, la suprema expansión de nuestro ser; toda gloria y toda belleza habitan en tu color deseable, en tu visión perfecta. Oh Extensión, tú eres la plenitud que nos lleva al término del camino, tú eres una multitud de riquezas extendidas por todas partes". (III.1.12) "Oh Fuego... que ves con una visión divina, océano viviente de luz (III.22.2), oh Llama de los cien tesoros... oh, Conocedor de todas las cosas nacidas". ( I.59)
Pero nosotros no somos los únicos en tener el privilegio del fuego divino: Agni no esta solamente en el hombre: "El es el hijo de las aguas, el hijo de los bosques, el hijo de las cosas que no se mueven y el hijo de las cosas que se mueven. Incluso en la piedra esta".(I.70.2)
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Pero no hemos llegado aún al corazón  del secreto védico. El nacimiento de Agni, el alma (cuantos hombres no han nacido), es solamente el comienzo del viaje. Esta llama interior busca, es el buscador en nosotros, porque es una chispa del primer gran Fuego y no quedará satisfecha hasta que no haya reencontrado su totalidad solar "el sol perdido" del que sin cesar habla el Veda. Pero cuando nos hayamos elevado de plano en plano, y la Llama haya nacido sucesivamente en el triple mundo de nuestra existencia inferior, física, vital y mental, no estará satisfecha todavía, querrá subir, subir, y pronto llegaremos a una frontera mental donde parece no quedar ya nada que abrazar, ni nada incluso que ver, donde todo ha de ser abolido para saltar al éxtasis de una gran Luz. Entonces es cuando uno siente, casi dolorosamente este caparazón de materia que nos rodea, que nos tiene presos y que impide la apoteosis de la Llama: uno comprende entonces el grito de aquél que decía: Mi reino no es de este mundo", y a los sabios del Vedanta en la India, y tal vez incluso a los sabios de todos los mundos y todas las religiones que no han cesado de decir: para abrazar  al Eterno, hay que salir de este cuerpo. ¿Quedará pues nuestra llama siempre truncada aquí abajo y nuestra búsqueda abortada?
¿Habrá siempre que decidirse por lo uno  o lo otro y renunciar a la Tierra por el Cielo?

Pero más allá del triple mundo inferior, los Rishis descubrieron  un "cierto cuarto", turiyam svid; encontraron "la vasta morada", "el mundo solar, Swar: "Me he elevado de la Tierra al Mundo medio ( la mente); del firmamento celeste he ido  al mundo solar, a la Luz" (Yajur-Veda 17.67), y ha sido dicho: Mortales realizarán la inmortalidad" (Rig-Veda I.II.4) ¿Cuál es pues su secreto? ¿Cómo pasaron del "cielo mental" al "gran cielo" sin salir de este cuerpo, sin extasiarse, por así decirlo?

El secreto está en la Materia. Porque en la Materia es donde está encerrado Agni, y donde nosotros estamos encerrados. Se dice que Agni es "sin cabeza ni pies", que "esconde sus dos extremos": arriba desaparece en el "gran cielo" del supraconsciente (que los Rishis llamaban también el "gran océano)
y por abajo penetra en el "océano sin forma" del inconsciente (que llamaban también "la roca"). Estamos truncados . Pero los Rishis eran Hombres de un sólido realismo (el verdadero realismo: el que se apoya en el Espíritu) y puesto que las cumbres de la mente se abrían a una laguna de luz, extática ciertamente, pero sin dominio sobre el Mundo, se encaminan hacia abajo. 
Es así como empezó la búsqueda del "sol perdido" el largo "peregrinaje" del descenso al inconsciente y la lucha sin cuartel contra las fuerzas oscuras, "ladrones del sol", panis y vritras, pitones y gigantes, escondidos en el "recinto oscuro" con toda la cohorte de usurpadores: los que crean la dualidad, los que obstruyen, los que desgarran, LOS QUE CUBREN. Pero el "obrero divino", Agni es ayudado por los dioses y conducido en su búsqueda por el "rayo intuitivo", sarama, el galgo celeste de sutil olfato, que le pone sobre la pista de los "rebaños robados" (extraños rebaños que "brillan"). A veces estalla una Aurora fugitiva, y luego todo se borra: hay que avanzar paso a paso; "cavar, cavar", luchar contra "los lobos" tanto más feroces cuanto más nos acercamos a su cubil -Agni es un guerrero. Agni crece con las dificultades, su llama se hace cada vez más fulgurante bajo los golpes del Adversario, ¿no decían acaso los Rishis?: "La noche y el Día alimentaban por igual al Niño divino": decían incluso que la Noche y el Día son "dos hermanas inmortales que tienen un mismo amante (el sol)...gemelas, cierto, pero diferentes por su forma". (I.113,2,3) Las alternancias de noche y de claridad se precipitan, llega  por fin el Día y "los rebaños de la Aurora" surgen "despertando a alguien que estaba muerto". (I.113.8) "La roca infinita" del inconsciente se rompe, el buscador des-cubre "el sol que habita en la oscuridad"(III.39.5), la consciencia divina en el corazón de la Materia... En lo más hondo de la Materia, es decir en el cuerpo, en la Tierra, los Rishis se vieron precipitados en la luz -esa misma Luz que otros buscaban en lo alto, sin su cuerpo y sin la Tierra, en un éxtasis-, es lo que ellos llamaron "el Gran Paso". Sin salir de la Tierra, encontraron "la vasta morada" que es "la morada misma de los dioses", Swar, el mundo solar original que Sri Aurobindo llama el "Mundo Supramental": "Seres humanos (los Rishis subrayan  que son Hombres). Habiendo dado muerte a aquel-que-cubre atravesaron la Tierra y el Cielo (la Materia y la mente), e hicieron del Vasto-Mundo su morada". (I.36.8) Entraron en "lo Vasto, lo Verdadero, lo Exacto". Brihat, Satyam, Ritam, "la luz que no está rota", "la luz que no tiene miedo", porque aquí no hay ya sufrimiento, ni falsedad ni muerte: es la inmortalidad, amritam.
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Todo queda reconciliado. El Rishi es "el hijo de dos madres", es el hijo de Aditi, la vaca luminosa, la madre de la luz infinita, la creadora de los mundos, y también es hijo de Diti, la vaca negra, la Madre del "infinito tenebroso" y de la existencia dividida: porque Diti, finalmente, al final de su noche aparente, nos da la leche del Cielo y el nacimiento divino.
Todo está cumplido. El Rishi "mantiene en un mismo movimiento las fuerzas humanas y las cosas divinas" (IX.70.3), ha realizado lo universal en lo individual, y ha llegado a ser lo Infinito en lo finito: "Así tu humanidad será como obra de los dioses, como si el Cielo de luz estuviera visiblemente enraizado en ti" (V.66.6) y, lejos de apartar de sí la Tierra, ora: (Oh, divinidad, guarda para nosotros lo Infinito y prodíganos lo finito". (IV.2.11)

El viaje se acaba. Agni ha recuperado su totalidad solar, sus dos extremos escondidos. "La obra inviolable" ha sido realizada. Porque  Agni es el lugar donde se encuentran lo de arriba y lo de abajo-y en verdad, ya no hay ni arriba ni abajo; no hay más que un Sol único por doquier: "Oh Llama, Tú vas al océano del Cielo allende los dioses: Tú haces que las divinidades de los planos se encuentren, las aguas que están en el reino de la luz por encima del sol, y las aguas que moran abajo". (III.22.3) "Oh fuego, oh divinidad universal, Tú eres el nudo  umbilical de todas las tierras y de sus habitantes, Tú diriges a todos los hombres nacidos y Tú los llevas como un pilar" (I.59.1), "Oh Llama, Tú fundes lo mortal en una suprema inmortalidad... Tú creas la felicidad divina y la alegría humana". (I.31.7) Porque la Alegría es el corazón del mundo, está en el fondo de las cosas, y ella es "el pozo de miel cubierto por la roca". (II.24.4)

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