14 DE OCTUBRE DE 1953

14 DE OCTUBRE DE 1953

Si han salido del Divino (los intermediarios), ¿por qué son malvados?

¿Malvados?, creo que ya os lo expliqué una vez: basta con no permanecer bajo la influencia directa del Divino y no seguir el movimiento de creación o de expansión tal como lo quiere el Divino; basta esta ruptura de contacto para que se produzca el mayor de los desórdenes, el de la división. Pues bien, incluso los seres más luminosos, los más poderosos, pueden decidir seguir su propio movimiento en lugar de obedecer el movimiento divino. Y aunque sean en sí mismos muy maravillosos y si los seres humanos los vieran los tomarían por la Divinidad misma, ellos pueden, porque siguen su propia voluntad en lugar de trabajar en armonía con el universo, ser la fuente de males muy grandes, de desórdenes muy grandes, de obstrucciones muy grandes de la masa.

La pregunta está mal formulada, me reí antes cuando leí la pregunta. 

¡Es una forma infantil de ver! Esta persona dice: "Si Dios es todo en el mundo, ¿por qué hay cosas malas en el mundo?" Ahora bien, si me hubiera dicho eso, le habría contestado simplemente: no hay nada que no sea Dios, solamente que está en desorden. Debemos intentar remediarlo. Dios no es sólo amor, es todas las cosas, y si esto nos parece bastante malo, es porque no está bien dispuesto. Ha habido movimientos como los que he mencionado. 

Podéis preguntar por qué esto ha ocurrido. Ciertamente, no es la mente la que puede decir por qué sucedió. Sucedió, es todo. En el fondo, la única cosa que nos concierne, es que haya ocurrido. Es quizás un accidente del principio… Si lo miráis desde el punto de vista filosófico, es obvio que el universo en el que vivimos es un movimiento entre muchos otros, y que este movimiento sigue una ley propia (que puede no ser la misma en los otros), y si la Voluntad era que el mundo se construyera sobre el principio de la elección, de la libertad de elección, entonces no se puede evitar que se produzcan movimientos desordenados, hasta que llegue el conocimiento y se aclare la elección. Si uno es libre de elegir, también puede elegir cosas malas, no necesariamente buenas, porque si se decidiera de antemano, ya no sería una elección libre.

Cuando nos planteamos estas preguntas, es sólo la mente la que responde y disminuye el problema, lo reduce a una fórmula mental más o menos elemental, pero ésta sólo corresponde muy vagamente y muy superficialmente, e incompletamente, a la realidad de las cosas.

Para entender, hay que convertirse. Si queréis entender el porqué y el cómo del universo, tenéis que identificaros con el universo. No es imposible, pero no es algo muy fácil, especialmente para los niños.

Esta fue una de las preguntas más infantiles que ella hizo, completamente infantil: "Si Él es justo, ¿por qué hay injusticia? Si Él es bueno, ¿por qué hay maldad? Si Él es amor, ¿por qué hay odio?” Pero Él lo es todo. Así que Él no es únicamente esto o lo otro, o solamente, exclusivamente esto - Él es todo.

Es decir, para ser más exactos, habría que decir que todo es Él. Hay nociones de la creación muy universalmente difundidas en la tierra, que han sido adoptadas más o menos durante mucho tiempo por el pensamiento humano, ¡que son simplistas! Hay "algo" (a decir verdad, no sabemos qué), y luego hay un Dios que da forma a ese algo y crea el mundo. Así que, si tenéis nociones como esa, tenéis derecho a decirle a este Dios: "¡Bueno, has creado un mundo! ¡Es bonito tu mundo!” Aunque, según la historia, después de siete días de trabajo, él declaro que estaba muy bien - pero es bueno para Él.

Tal vez se divirtió con ello, pero a los que estamos en el mundo no nos parece tan bueno. Básicamente, es porque la concepción y la forma de decirlo son bastante infantiles. Se parece mucho a la historia del alfarero que da forma a su vasija: este Dios es un ser humano, formidable en proporciones y poder, pero extrañamente parecido a un hombre. ¡Es el hombre el que hace a Dios a su imagen, no Dios el que hace al hombre a su imagen! Por lo tanto, siempre que se formula una pregunta de forma incompleta o infantil, es imposible responderla realmente, porque es la pregunta la que está mal formulada. Exclamáis, afirmáis una cosa. ¿Pero qué derecho tenéis a decir eso? Porque afirmáis eso, concluís: "ya que eso es, ¿cómo es que puede ser? Pero "eso es", es lo que vosotros decís, ¡esto no significa que eso sea así!

Pero sólo hay una solución al problema, y es no hacer distinción de origen entre Dios y el universo. El universo es la Divinidad proyectada en el espacio, y Dios es el universo en su origen. Son la misma cosa en un aspecto u otro. Y no se pueden dividir. Es la concepción opuesta a la del "creador" y su "obra". Sólo que hablar del creador y de la obra es muy cómodo, hace que las explicaciones sean muy fáciles y la enseñanza muy elemental. Pero no es cierto. Y entonces decís: "¿Cómo es que Dios, que es todopoderoso, ha permitido que el mundo sea así?

"¡Pero esta es vuestra propia concepción! Es porque resulta que os encontráis en una serie de circunstancias que os resultan desagradables, así que proyectáis eso al Divino y le decís: "¿Por qué hiciste un mundo así?". - "Yo no lo hice. Lo hiciste tú mismo. Y si vuelves a ser Yo mismo, no sentirás lo que sientes. Lo que te hace sentir como te sientes es que ya no eres Yo mismo". Eso es lo que Él podría deciros. Y es que cuando conseguís unir vuestra conciencia con la Conciencia divina, ya no hay problema. Todo parece muy natural, sencillo, y muy bien, exactamente como debe ser. Pero cuando os cortáis del Origen y os ponéis enfrente de Él, entonces, realmente, todo va mal, ¡nada puede ir bien!

Pero si queréis llevar la lógica que pone las cosas al extremo, ¿cómo es que la Divinidad toleró que partes de sí mismo se separaran de Él y que se creara todo este desorden? Podéis decir esto. Y entonces os respondería: "Si queréis saber, es mejor unificaros al Divino, porque esa es la única manera de saber por qué Él hizo las cosas - no cuestionándolo mentalmente, porque vuestro mental no puede comprender. "Y os repito, cuando llegáis a esta identificación, todos los problemas están resueltos. Y este sentimiento de que las cosas no están bien y de que deberían ser de otra manera, se debe precisamente a que existe esta Voluntad divina de un despliegue constante en un progreso perpetuo, y que las cosas que fueron deben dar paso a las cosas que serán, y que serán mejores de lo que fueron las otras. Y el mundo, que era bueno el día anterior, deja de serlo el día siguiente. El mundo entero, que en su momento pudo parecer absolutamente armonioso y perfecto, pues bien, ahora es discordante, ya no es armonioso, porque concebimos y vemos la posibilidad de un mundo mejor. Si pensáramos que está muy bien, no haríamos lo que tenemos que hacer, que es el esfuerzo por mejorarlo.

¡Hay un momento en que todos estos conceptos parecen tan infantiles! Y eso viene únicamente de que uno se queda dentro de sí mismo. Con esta conciencia que os es propia, que es como un grano de arena en la inmensidad, ¿queréis conocer y juzgar la inmensidad? Esto es imposible. Primero tenéis que salir de vosotros mismos, y luego uniros a la inmensidad, y entonces podréis empezar a comprender lo que es, pero no antes. Proyectáis vuestra conciencia -lo que sois, los pensamientos que tenéis, la capacidad de comprensión que tenéis- la proyectáis sobre el Divino, y entonces decís: "Esto no funciona". ¡Lo entiendo! Pero no hay forma de saberlo, a menos de identificarse. No veo la forma, por ejemplo, de que una gota de agua pueda decir cómo es el océano. Así es.

La Madre 

“Entretiens 1953”